13 Ago 2021
Andrea Gamarnik fue distinguida en el marco del bicentenario de la UBA
Por su trayectoria, la viróloga molecular de la Fundación Instituto Leloir (FIL) figura en la lista de las 200 personalidades destacadas que fueron reconocidas por esa prestigiosa universidad pública. La investigadora ha realizado importantes avances en el estudio de los virus del dengue y del Zika y lideró el desarrollo de los primeros test serológicos argentinos para COVID-19.
En el acto central del bicentenario de la UBA, realizado con "los debidos protocolos sanitarios" en el aula magna de la Facultad de Derecho, y transmitido en vivo a través de las redes sociales oficiales de la casa de altos estudios, Gamarnik recibió una distinción simbólica de la universidad.
“La UBA es un orgullo para nuestro país. Tuve acceso a una educación superior porque la UBA era pública y gratuita, de otra forma hubiera sido muy difícil estudiar. Uno puede tener motivación, trabajar y estudiar pero el recorrido también depende de otros factores. El entorno te condiciona y las posibilidades que te brindan las instituciones con políticas inclusivas son las que hacen las diferencias", afirmó Gamarnik, bioquímica egresada de la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y ahora jefa del Laboratorio de Virología Molecular de la FIL e investigadora superior del CONICET.
Una vez que Gamarnik obtuvo su título de doctora en Ciencias Bioquímicas en la UBA en 1993, realizó un postdoctorado en la Universidad de California, San Francisco, en Estados Unidos. Regresó a Argentina en 2001 y puso en marcha su laboratorio de la FIL para estudiar la biología molecular del virus del dengue con el fin de aportar al desarrollo de estrategias antivirales. Tiempo después sus investigaciones también se centraron en el virus del Zika
Una vez declarada la pandemia a comienzos de 2020, Gamarnik, investigadores y becarios de su laboratorio y colegas de la FIL desarrollaron en tiempo récord COVIDAR, el primer test serológico argentino para COVID-19 aprobado por ANMAT.
COVIDAR tiene múltiples aplicaciones: sirve para el control de la transmisión del nuevo coronavirus en barrios, el cuidado del personal de salud, vigilancia en personal de geriátricos, selección de donantes de plasma para terapias y estudios clínicos, la medición de anticuerpos generados por las vacunas, y otros fines. Se desarrolló en el marco de la “Unidad Coronavirus COVID-19″, conformada por el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación y el CONICET, y durante el mes de agosto se alcanzaron a producir (desde su aprobación) cerca de 1.500.000 de determinaciones.
“Durante la pandemia aprendimos que un país como el nuestro debe apostar a construir un sistema científico y tecnológico sólido, independiente de los vaivenes políticos. También aprendimos que hay formas colaborativas e inclusivas de llevar adelante proyectos científicos de interés local que en definitiva nos dan independencia”, indicó Gamarnik quien en 2016 recibió el Premio internacional L’Oréal-UNESCO “Por las Mujeres en la Ciencia”.
“Por último, lo más valioso en este proceso es la formación de recursos humanos capaces de pensar, de tener criterio propio, de abordar nuevos desafíos. La formación de recursos humanos lleva mucho tiempo y debemos saber que es un bien muy preciado de nuestro país que va de la mano con la calidad de nuestras universidades públicas y la UBA es un gran ejemplo”, concluyó Gamarnik quien por su trayectoria y contribuciones en el área de la virología molecular fue incorporada en abril del presente año a la Academia Estadounidense de las Artes y las Ciencias (American Academy of Arts and Sciences, AAAS).
En el acto central del bicentenario de la UBA, realizado con "los debidos protocolos sanitarios" en el aula magna de la Facultad de Derecho, y transmitido en vivo a través de las redes sociales oficiales de la casa de altos estudios, Gamarnik recibió una distinción simbólica de la universidad.
“La UBA es un orgullo para nuestro país. Tuve acceso a una educación superior porque la UBA era pública y gratuita, de otra forma hubiera sido muy difícil estudiar. Uno puede tener motivación, trabajar y estudiar pero el recorrido también depende de otros factores. El entorno te condiciona y las posibilidades que te brindan las instituciones con políticas inclusivas son las que hacen las diferencias", afirmó Gamarnik, bioquímica egresada de la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y ahora jefa del Laboratorio de Virología Molecular de la FIL e investigadora superior del CONICET.
Una vez que Gamarnik obtuvo su título de doctora en Ciencias Bioquímicas en la UBA en 1993, realizó un postdoctorado en la Universidad de California, San Francisco, en Estados Unidos. Regresó a Argentina en 2001 y puso en marcha su laboratorio de la FIL para estudiar la biología molecular del virus del dengue con el fin de aportar al desarrollo de estrategias antivirales. Tiempo después sus investigaciones también se centraron en el virus del Zika
Una vez declarada la pandemia a comienzos de 2020, Gamarnik, investigadores y becarios de su laboratorio y colegas de la FIL desarrollaron en tiempo récord COVIDAR, el primer test serológico argentino para COVID-19 aprobado por ANMAT.
COVIDAR tiene múltiples aplicaciones: sirve para el control de la transmisión del nuevo coronavirus en barrios, el cuidado del personal de salud, vigilancia en personal de geriátricos, selección de donantes de plasma para terapias y estudios clínicos, la medición de anticuerpos generados por las vacunas, y otros fines. Se desarrolló en el marco de la “Unidad Coronavirus COVID-19″, conformada por el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación y el CONICET, y durante el mes de agosto se alcanzaron a producir (desde su aprobación) cerca de 1.500.000 de determinaciones.
“Durante la pandemia aprendimos que un país como el nuestro debe apostar a construir un sistema científico y tecnológico sólido, independiente de los vaivenes políticos. También aprendimos que hay formas colaborativas e inclusivas de llevar adelante proyectos científicos de interés local que en definitiva nos dan independencia”, indicó Gamarnik quien en 2016 recibió el Premio internacional L’Oréal-UNESCO “Por las Mujeres en la Ciencia”.
“Por último, lo más valioso en este proceso es la formación de recursos humanos capaces de pensar, de tener criterio propio, de abordar nuevos desafíos. La formación de recursos humanos lleva mucho tiempo y debemos saber que es un bien muy preciado de nuestro país que va de la mano con la calidad de nuestras universidades públicas y la UBA es un gran ejemplo”, concluyó Gamarnik quien por su trayectoria y contribuciones en el área de la virología molecular fue incorporada en abril del presente año a la Academia Estadounidense de las Artes y las Ciencias (American Academy of Arts and Sciences, AAAS).